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sábado, 1 de mayo de 2004

El pleito del agua II

El interminable asunto del diferendo sobre las aguas de la cuenca Lerma Chapala obliga a seguir reflexionando sobre el asunto. El viernes pasado se reunió en Querétaro la Comisión de Evaluación y Seguimiento del consejo de la cuenca, donde se “mayoriteó” a los representantes de Guanajuato y se asumió el acuerdo de destinar la totalidad de los excedentes de agua de los depósitos de la región en caso de que Chapala baje su volumen a 3 mil 300 millones de metros cúbicos, el 42% de su capacidad, el 1 de noviembre. De inmediato el gobernador Romero Hicks hizo saber que dicho acuerdo no tenía aún carácter de mandato, no hasta que la CNA realice una evaluación integral de las opciones de la cuenca. Fue más bien una reunión “consultiva”. Ricardo Sandoval Minero, el titular de la comisión guanajuatense del agua, amplió esta explicación en un estupendo artículo reciente donde explicó con mucha claridad los diferentes planteamientos técnicos que se han barajado en el consejo. Asegura que Guanajuato se inclina por el proyecto más integral, que no se limite tan sólo al rescate del cuerpo de agua chapalense (un espejo de agua, más que un lago), sino a la viabilidad social y económica de la región.
Curioso yo, decidí consultar los medios impresos jaliscienses para explorar cómo se ve este pleito desde allá. Revisé las abundantes notas que sobre este tema se han publicado en el diario Mural, que es parte del grupo Reforma. Lo primero que llama la atención es el radicalismo de las posturas expresadas por personajes como el impulsivo gobernador Ramírez Acuña, su folklórico secretario de gobierno Pérez Plazota y el titular de la CEAS, el peripatético damnificado del 22 de abril Dau Flores. Este último, por ejemplo, argumentó que los guanajuatenses avalaron con su presencia (aunque no con su voto) el acuerdo tomado, y que sin embargo “hay agua para todos” (he de suponer que se refiere al agua de los drenajes del sector Reforma… es broma).
Ramírez Acuña ya ha acumulado un rosario de citas célebres sobre este asunto, y todavía le agrega esta perla: “espero que entiendan los señores de Guanajuato [a las señoras ni las pela] que no hay ningún capricho de Jalisco, sino al contrario, estamos sí muy comprometidos para conservar el Lago más grande de México”. Y remata: "Chapala le da subsistencia hidrológica a la propia cuenca y que, pues ellos tienen que entender que si sobrevive Chapala sobrevivirán ellos como empresarios del campo, como agroproductores, como agricultores". A pesar de su estrambótica forma de expresarse algo entendí, y me pregunto: ¿el agua escurre para arriba? ¿Chapala propiciará más lluvias? ¿los agricultores transportarán sus productos en chalupas gracias al lago? No se entiende la lógica del gobernador vecino.
El 25 de abril Mural cabeceó: “Gana pleito Jalisco contra Guanajuato”. Es claro que el asunto no ha sido asumido en los medios de esa entidad como un tema de interés regional y ambiental, con consecuencias integrales que rebasan a la situación del lago de Chapala. No es posible que se aborde esta cuestión como un “pleito” donde el que gana es que tuvo “más pantalones”. Las declaraciones de casi todos los actores jalisquillos (diputados locales y federales, sus dirigentes de cámaras, sus funcionarios del ejecutivo) se regocijan de la posición maximalista de sus representantes, quienes incluso han llegado al extremo de vincular los debates con el asunto de la posible construcción de una presa sobre el río Verde, que ya pertenece a otra cuenca. Se asume así una franca posición de chantaje, donde el gobernador tapatío no se ha dejado apantallar ni por las amenazas del presidente Fox: “si no hay dinero federal, el Gobierno jalisciense asumirá por completo los costos [de la construcción de la presa de Arcediano], que suman 3 mil 200 millones de pesos obra para el abastecimiento de agua de Guadalajara.”
Si somos rigurosos, habría que reconocer que el Lerma es un río en crisis, que se vio privado desde hace cuarenta años de sus ricas raíces en Almoloya del Río, todo para poder surtir del agua al pozo sin fondo del Distrito Federal. Si buscáramos una solución más integral deberíamos demandar una disminución en los aportes al DF y una mejoría sustancial en el aprovechamiento de los afluentes del Lerma a lo largo de todo el trayecto. Todo esto suena extremadamente difícil, ante la enorme complejidad social de la región centro occidente del país. Pero no nos queda de otra. No podemos seguir jalando de una cobija que ya dio de sí; más bien hay que acomodarnos nosotros, los seres humanos, para que nos alcance a todos lo mejor posible, aunque sea un cachito, pero bien aprovechado. Hay que debatir con argumentos técnicos y de largo plazo. Las obras faraónicas no serán respuesta, sino paliativo: dentro de 20 años las broncas serán peores, y entonces sí serán los pantalones, y no las razones, los que definan a los ganones (permítaseme la involuntaria rima).

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