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viernes, 31 de marzo de 2006

Desde la frontera texana, II



Dentro del recorrido que realizamos la semana pasada una docena de profesores universitarios mexicanos por la frontera de Texas, Nuevo México y Arizona, a invitación de la embajada de los Estados Unidos y la Universidad de Texas en El Paso, debo resaltar una visita que efectuamos a la “Casa Anunciación” de El Paso el martes 21. Esta es una morada ubicada en el barrio de El Segundo, a pocas cuadras de la frontera, donde un grupo de voluntarios de varias nacionalidades, unidos por su deseo de ayudar al prójimo, reciben a inmigrantes indocumentados de muy diverso origen, pero sobre todo mexicanos. Sus amparados son personas que no tienen recursos económicos, que carecen de vínculos o relaciones sociales que les permitan sobrevivir en la región fronteriza, y que sólo desean un lugar donde descansar, alimentarse, asearse y seguir en su camino hacia sus destinos en lugares distintos del territorio estadounidense. La Casa Anunciación (www.annunciationhouse.org) les proporciona esos servicios de forma gratuita y solidaria, y lo ha hecho desde 1976, cuando un grupo de jóvenes se decidieron por el camino evangélico de la solidaridad con los desamparados.

Nos recibió el voluntario Simon Chandler, a nombre de Rubén García, el fundador de la casa. Simon es ciudadano británico, que vive desde hace dos décadas en lo Estados Unidos y que desde hace 15 años sirve en este espacio de ayuda a los migrantes. Nos narró la historia de esta asociación humanitaria, con vínculos con la iglesia católica pero que igual ayuda a personas de cualquier religión, raza, origen o condición. Miles de trabajadores indocumentados se han albergado en esta casa, donde permanecen desde un día hasta incluso años -el promedio es una semana , es decir el tiempo que les lleve localizar a sus parientes, conseguir algo de dinero o aclimatarse en un país que les resulta extraño y hostil. Como son indocumentados, todos sufren la persecución de la “migra”, la Border Patrol, que ronda la casa y en ocasiones ha llegado a apresar a los inmigrantes en sus inmediaciones. Simon nos narró un suceso que recién había acontecido pocos días antes, cuando uno de sus huéspedes fue baleado por la migra en la misma cuadra donde se ubica este hogar. La Casa Anunciación es un refugio que no es bien visto por las autoridades, pero que lo toleran porque gracias a sus servicios los migrantes más pobres no rondan por las calles ni se ven obligados a robar para comer.

Fue sumamente conmovedor ver y escuchar la labor de grupos altruistas como éste, que nos hacen recuperar nuestra fe en la solidaridad humana y en la bondad elemental que compartimos. Pude charlar con tres paisanos que tomaban un descanso luego de su travesía clandestina por la frontera; dos de ellos eran de Durango y otro de Michoacán. Todos esperaban recibir alguna ayuda de sus parientes ubicados en lugares tan lejanos como Michigan o Chicago. El dinero se les fue en el traslado a la frontera y el pago del coyote, y deseaban trabajar unos días para reunir lo suficiente para su transporte. Todos ellos tenían experiencia previa en los Estados Unidos, incluso de varios años, pero habían tenido que regresar a sus terruños por motivos familiares. Ahora les tocaba retornar al norte, pero de nuevo como “mojados” o “de alambre”, según por donde crucen. También vimos a niños y sus mamás lavando ropa y preparando sus alimentos, y con ellos varios voluntarios de ambos sexos, gringos todos, ayudando, enseñando y conviviendo con los paisanos. Sin duda fue una de los momentos más estimulantes de nuestro viaje.
Como contraste también visitamos las impresionantes instalaciones de la Border Patrol en Nogales, Arizona. Dos mil paisanos son procesados cada día, y expulsados del país si no han acumulado cinco reincidencias -en cuyo caso se les hacen cargos criminales-. Los agentes nos dieron amplias explicaciones sobre sus sistemas de trabajo, incluso una exhibición de las armas “no letales” con que apoyan su vigilancia y contención de los flujos migratorios. Nos proyectaron un video sensacionalista que pretendía evidenciar que la “violencia” en la frontera es responsabilidad de ese 15% de migrantes que calculan tienen antecedentes criminales en ambos países. Pero lo que vimos fueron filmaciones de niños y jóvenes apedreando los vehículos de la patrulla. Las “amenazas” a la seguridad de los agentes consisten en pedradas, aunque aseguran que también han sido atacados con armas de fuego. El entrenamiento que reciben es digno de las mejores agencias de seguridad de los Estados Unidos, y tienen la orden de disparar ante cualquier amenaza que perciban hacia su integridad física. Y su repuesta puede ser mortal, como en el caso del chico exterminado junto a la Casa Anunciación, cuyo gesto amenazante consistió en portar un tubo en la mano. ¡Enorme amenaza!

viernes, 24 de marzo de 2006

Desde la frontera texana, I



On the road again, y me toca ahora enviar estas notas de campo desde El Paso, Texas, donde realizo un recorrido por una semana a lo largo de la frontera, a invitación de la embajada de los Estados Unidos y la Universidad de Texas en El Paso (UTEP). Nos convocaron a una docena de académicos mexicanos a testimoniar de primera mano la realidad fronteriza, sosteniendo encuentros con autoridades de los dos países, con agentes migratorios, con activistas de los derechos humanos, con voluntarios de ONG’s que atienden migrantes, con diplomáticos, con otros académicos que estudian los fenómenos de la región, con economistas de la Reserva Federal e incluso con militares norteamericanos.
Aunque conozco de primera mano la situación que priva en la zona de frontera de las Californias, la situación que se vive en los lindes con Texas y Nuevo México se me escapaba. Los sistemas de ciudades gemelas (Juárez/El Paso, Matamoros/Brownsville, Reynosa/McAllen, los Laredos, los Nogales, etcétera) son bastante más definidos e interdependientes que en la zona Tijuana/San Diego. Estas dos últimas ciudades tienen más una relación desigual y de subordinación de la primera hacia la segunda, donde San Diego francamente da la espalda a su vecino mexicano y se congratula por su ser anglosajón. En cambio en las ciudades limítrofes de Arizona, Nuevo México y Texas se establece un vínculo de interdependencia y profunda interacción con sus contrapartes mexicanas, tanto así que sus ciclos económicos responden más a los vaivenes monetarios de México que a los de su propio país. Además, los negocios reclaman con apremio la presencia del poder de consumo y la oferta de mano de obra mexicanos para poder sobrevivir e incluso progresar. Pero los políticos de Washington, particularmente los representantes que no tienen relación con la región fronteriza, atizan los sentimientos antiinmigrantes y pretenden impulsar medidas tan espectaculares como absurdas, como el famoso muro limítrofe. En uno de los recorridos que nos ha brindado la Border Patrol, un agente nos condujo a un sector de la raya donde existe una alta cerca de malla, la mitad de la cual se encontraba enterrada bajo la arena del desierto; nos hizo notar que en una zona como esta un muro no tendría ningún sentido, por más alto que fuese, ya que pronto se vería aterrado y habría necesidad de darle un caro mantenimiento para que cumpliera su función. “No hay muro que detenga a esta gente”, nos dijo. Y hablaba haciendo uso de un sentido común del que carecen sus líderes en el congreso.
En el centro de detención de la patrulla fronteriza testimoniamos el proceso de recepción, registro y retención de los “ilegales” (como ellos les llaman) o “indocumentados” (como nosotros preferimos designar a nuestros paisanos en situación de extranjería sin papeles). Varios compatriotas eran interrogados, fotografiados y sujetos a la impresión de sus huellas digitales mediante un sofisticado sistema informático que es empleado por el FBI para fichar criminales. Los paisanos reciben un buen trato, pero sin duda padecen la humillación de ser manejados como peligrosos malhechores, y que para ello sean agentes hispanos o exmexicanos recientes quienes los sometan al mismo. A los profesores del tour de la embajada nos conmovió la tragedia personal que reflejaban las caras de todos los apresados. No pudimos cruzar una sola palabra con ellos, por política de la “migra”, pero sí intercambiamos miradas cargadas de significados.
La realidad de la frontera ha sido afectada profundamente por la paranoia post 11 de septiembre. Una de las autoridades más influyentes en la zona es el general José (Joe) Riojas, comandante de la fuerza de tarea de las tres ramas del ejército, que atiende las dos fronteras de los Estados Unidos y previene el ingreso de terroristas. Este hombre latino, bajito pero enérgico, nos expuso con gran talento el discurso patriota que empapa el discurso oficialista norteamericano. Su prioridad es apoyar a las autoridades federales, estatales y locales en todo aquello que pueda convertirse en puerta de entrada a terroristas. Evidentemente la inmigración ilegal es una de sus preocupaciones principales. Y esto puede ser lo más grave para los paisanos: se han convertido en un objetivo para militares y fuerzas de seguridad que los perciben no solamente como “criminales” (término bárbaro que quiere remitirse al hecho de que violaron una ley de los EU para ingresar al territorio gringo) sino como masa humana que perfectamente puede disimular a terroristas radicales. De esta manera la migración ya no es más un asunto de política laboral, sino de seguridad nacional. Y sobre esto seguiremos reflexionando la próxima semana…

viernes, 17 de marzo de 2006

Desde San Juan


Envío estas notas de campo desde el viejo San Juan, en Puerto Rico. Acudí a participar en la edición 26 del congreso internacional de la Asociación de Estudios Latinoamericanos (LASA, sus siglas en inglés). Se cumplen 40 años de desarrollarse estos congresos, que se realizan sin falta cada 18 meses. Casi todos ellos han tenido lugar en alguna ciudad importante de los Estados Unidos, aunque algunos, como el presente y el de Guadalajara en 1997 se desplegaron fuera de ese país. Se trata de uno de los eventos académicos más importantes del continente, que convoca a entre 4 mil 500 y 5 mil investigadores, ensayistas, literatos y demás especialistas en muy diversas materias que se ven unidos por su interés en el subcontinente latinoamericano. Evidentemente LASA se fundó por la iniciativa e interés de académicos norteamericanos, que veían en estos congresos la oportunidad de compartir experiencias y puntos de vista. Pero pronto se fueron incorporando a esa asociación otros eruditos que provenían de los países que eran sujetos de estudio. De esta manera vemos cómo hoy día casi un tercio de los participantes en LASA somos especialistas de la América hispana y lusitana.
Yo he participado en cinco de las seis últimas ediciones, y gracias a mi involucramiento creciente en las actividades de la asociación ahora me siento plenamente integrado a una comunidad trasnacional de estudiosos de alto nivel. Gracias a mis participaciones –con exposición de “papers” o ponencias originales he podido vincularme a redes de investigadores sobre muy diversos temas, pero en particular con los politólogos, los antropólogos y los demógrafos que pululan en estos encuentros.
Y traigo todo esto a cuento porque el miércoles, durante la inauguración formal, que corrió a cargo de la presidenta saliente de LASA Sonia Alvarez y el secretario de Educación de Puerto Rico, se hizo expresa una protesta pública dirigida al presidente George W. Bush, por la negativa a otorgar visas a 60 profesores miembros de esta asociación, la gran mayoría cubanos, por considerarlos una amenaza contra la seguridad interna de los Estados Unidos. La asociación se solidarizó con esos colegas, y afirmó que esto constituía un ataque a la libertad de expresión y la libertad de investigación académica, que deben ser características del pensamiento riguroso –y por ende crítico de los científicos sociales. Desde que inició esta administración federal norteamericana las restricciones a la entrada al país de parte de profesores cubanos y de otras nacionalidades latinoamericanas han ido incrementándose, hasta que de plano en esta edición del congreso se le negó la entrada a este número tan importante de especialistas.
Es increíble cómo puede ejercerse este tipo de represión contra la inteligencia de parte de un gobierno que interpreta que los ciudadanos de países que ubica como parte del “eje del mal” son incondicionales a sus gobiernos o a fuerzas subversivas o terroristas que puedan amenazar la seguridad interna del país emblemático de la libertad de expresión. Me parece grave que los controles a la entrada de extranjeros a los Estados Unidos se esté llevando hasta estos extremos. Ya para mí había resultado molesto ser sujeto a un interrogatorio casi policial para permitirme entrar por la garita aérea de Dallas, y que se aplique la máxima de que “si no te pareces a mi o no te entiendo entonces eres peligroso y potencialmente terrorista”.
LASA va a publicar un desplegado en los principales diarios de los Estados Unidos, comunicándole a la administración Bush que mientras se mantenga esta política de discriminación contra colegas latinoamericanos, la asociación mudará las sedes de sus próximos congresos –el siguiente de octubre de 2007 estaba planteado para realizarse en Boston a ciudades al sur del río Bravo. De esta manera, aún sin proponérselo, LASA de “latinoamericaniza” como resultado de la solidaridad natural entre académicos y seres pensantes. Nada de esto le va a gustar a las autoridades locales de las ciudades afectadas, que sufrirán mermas económicas importantes al perder la sede de un congreso que derrama entre 5 y 10 millones de dólares en los espacios donde se desarrolla. Pero sólo pegándole a lo que le más duele al tío Sam, el bolsillo, podremos influir en algo en su política errónea. Ojalá.

viernes, 10 de marzo de 2006

Infraestructura y desarrollo

Me ha llamado la atención la iniciativa del gestor del “Pacto de Chapultepec”, el acaudalado empresario Carlos Slim, de promover un paquete ambiciosísimo de obra pública que reforzaría la pobre infraestructura de comunicaciones con que cuenta nuestro país. Y me llama la atención por el momento tan oportuno en que empuja esta nueva idea, antes incluso de que los diferentes candidatos presidenciales tengan todavía una propuesta concreta en este ámbito. A pesar de que he estado atento a las diferentes manifestaciones públicas de los cinco candidatos, en el ámbito de la infraestructura ninguno ha planteado un plan tan concreto, visionario y ambicioso como el del presidente del grupo Carso.
Recordarán algunos lectores que en esta columna he señalado antes mi asombro cotidiano al constatar el terrible estado en el que se encuentra la red carretera nacional. No se puede comprender cómo ha sobrevivido nuestro país a los retos del TLC y la globalización cuando carece de un sistema eficaz de comunicación y transporte terrestre, y no hablemos del aéreo y del marítimo, francamente decadentes. Nuestro país es un gigante del comercio mundial, pero sostenido en endebles pies de barro, que además lo mantienen atascado en el pantano del subdesarrollo. En su presidencia Carlos Salinas entendió bien esta situación, pero emprendió un programa carretero contaminado de origen por los intereses inmediatistas y avariciosos de concesionarios con poca ética. Zedillo tuvo que “rescatar” la viabilidad de las noveles carreteras, pero condenándolas al abandono dentro del Frankenstein parchado del sistema carretero nacional. Fox ha emprendido un programa que se plantea como el más ambicioso de la historia, pero aún así yo continúo sin conocer el diseño de un sistema integral, normalizador y descentralizado del sistema de comunicaciones terrestres del país. Me da la impresión que de nuevo es un gran programa de “parcheo” que no reordena ni da integridad a la red carretera. La evidencia la padecemos todos los días los que conducimos en las lastimadísimas autopistas del centro, del norte y del sur del país, ya sean libres o de cuota –con la diferencia de que en estas últimas el coraje como consumidor embaucado es sensiblemente mayor.
Aún no entiendo por qué no imitamos, adecuándolo a nuestras realidades, el programa federal de carreteras que emprendió nuestro vecino del norte en los años cincuenta y sesenta. Ese proyecto dinamizó las economías regionales de los Estados Unidos, estandarizó sus carreteras, estableció lazos terrestres de costa a costa y de frontera a frontera, elevó los estándares de seguridad y de calidad en esas vías, generó millones de empleos, y ayudó a consolidar a la economía norteamericana como el motor del hemisferio.
La iniciativa de Slim me parece ir en ese camino. Él es el primero que propone como una de las metas la eliminación de los inveterados “cuellos de botella” que impone nuestra complicada geografía, y así unir a las regiones que hoy día se encuentran al margen del desarrollo nacional tan sólo por encontrarse aisladas por montañas, ríos o desiertos. Es urgente emprender un gran programa de desarrollo de infraestructura y no sólo en comunicaciones, sino también en obras hidráulicas de gran aliento –como los varios megaproyectos que mantiene en archivo la CNA , un reordenamiento territorial profundo, la modernización de aduanas y puntos de cruce, la ampliación de puertos marítimos, la construcción de nuevos polos de desarrollo en regiones con viabilidad urbana –por ejemplo revivir el viejo proyecto de cambiar la capital federal y aquél de la “vuelta al mar” , el abrirse de una vez por todas a la coinversión pública y privada en el ámbito energético, y un largo etcétera de iniciativas pendientes.
Toda esa obra de gran aliento no debería tener una implicación partidista. La izquierda debe modernizarse para aceptar los nuevos tiempos y la derecha debe abrirse a la necesidad de construir un sistema eficaz de redistribución de la riqueza. La migración hacia el extranjero, la violencia social, la delincuencia, la ignorancia, la pobreza y la frustración social sólo podrán mitigarse y eventualmente erradicarse con un magno programa de desarrollo que involucre a toda una generación: es decir, un programa a 30 años. Sólo construyendo los acuerdos a los que convoca Slim y la inteligencia empresarial de este país podremos llegar a un esquema donde las banderas partidistas coyunturales encuentren un nicho de respuesta, pero siempre bajo un marco mucho mayor donde lo que se privilegie es el bienestar de la siguiente generación. A nosotros nos toca lograrlo.

viernes, 3 de marzo de 2006

De Pactos y Pronunciamientos

El miércoles pasado el Instituto Electoral del Estado de Guanajuato (IEEG) celebró la firma de un “Pronunciamiento por la civilidad, legalidad y transparencia en el proceso electoral local 2006”, en el que intervinieron los dirigentes estatales de los partidos –excepto el PRD y el PT-, el gobernador del estado, los poderes legislativo y judicial, y los presidentes municipales de la mayoría de los ayuntamientos del estado. En buena medida este evento emuló el magno encuentro de poderes y niveles de gobierno que promovió el Instituto Federal Electoral (IFE) el 14 de noviembre del año pasado en la ciudad de Torreón, que se denominó también “Pronunciamiento”, pero éste “por la civilidad democrática para coadyuvar con la legalidad, transparencia y equidad del proceso electoral del 2006”. En ambos acuerdos se refrenda la voluntad de las instancias públicas por garantizar el respeto a las normas legales en materia electoral y de equidad en la contienda, así como a cuidar que los servidores públicos no se involucren en los procesos ni de forma presencial ni de palabra.
A mí me llama mucho la atención que en nuestro país todavía tengamos que acudir a la firma de “pactos”, “acuerdos”, “compromisos” o “pronunciamientos” de parte de las autoridades de todos los niveles comprometiéndose –una vez más- a cumplir con su obligación, que es la de respetar y hacer respetar la ley. Sólo en países con un subdesarrollo marcado en la aplicación de su estado de derecho hay que acudir una y otra vez a que los servidores públicos refrenden –por si se les hubiese olvidado- que son los primeros obligados a respetar nuestras normas. Donde la ley rige con efectividad, no hay necesidad de estos mecanismos reiterativos. Pareciera ser que la palabra empeñada al haber rendido protesta como gobernante o representante popular no basta: hay que volverse a comprometer, ahora por escrito y ante una amplia audiencia. Para colmo, algunos de los firmantes ya habían suscrito el compromiso previo con el IFE. Se antoja así que esta rúbrica reiterada obedece más a una estrategia de relaciones públicas que a una preocupación real por cumplir con una obligación que es inherente al cargo público o a la dirigencia partidista, ya que la falta de observancia de este juramento se castiga con las sanciones que señala la ley y los códigos pertinentes.
Es curioso que los componentes del estado mexicano acudan a estas muletas simbólicas, ya que la falta de cumplimiento con el compromiso del miércoles no tiene sanción alguna inherente, más que la moral. En todo caso los únicos recursos legales al alcance del ciudadano o de la parte afectada son los que ya están definidos en los códigos penales, como en el título 24 del código penal federal. También se prescriben medidas en el Presupuesto de Egresos de la Federación 2006 (artículos 30, 32, 55 y 61); en varias tesis y sentencias del Tribunal Electoral del PJF; en acuerdos del IFE de las pasadas elecciones federales; el propio Cofipe en sus artículos 4 y 38, y los equivalentes en la jurisprudencia estatal. Esos son los recursos auténticos que permitirán cuidar que los servidores públicos no intervengan de manera interesada –mas que en el ámbito de sus responsabilidades como en el de la seguridad pública- en los procesos comiciales. Nuestros gobernantes están obligados a ello: no es una graciosa concesión voluntaria.
Por otra parte no hay que olvidar que a partir del 23 de mayo nuestros gobernantes están obligados a suspender cualquier promoción de obra pública o de los programas gubernamentales. Entonces será ilegal incluso cualquier referencia partidista en la comunicación oficial, como el uso de los colores de algún partido en la publicidad de los gobiernos –ojo en Guanajuato.
Varios de estos criterios de cuidado de la equidad son nuevos, y no se han desprendido de una legislación particular, sino de la previsión emitida por el Tribunal Electoral del PJF en el sentido de que la autoridad electoral “frente al surgimiento de situaciones extraordinarias no previstas por la ley, es necesario completar la normatividad en lo que se requiera […] de tal modo que se salvaguarde la finalidad de los actos electorales” (Tesis S3EL 120/2001). Esto faculta al IFE a dictar acuerdos que ayuden a garantizar los preceptos definidos en el artículo 41 de la Constitución.
Pero en fin, somos un pueblo aficionado a los símbolos y a las ceremonias. Todo se vale con tal de que tengamos elecciones limpias, equitativas y confiables. Pero sinceramente creo para ello no requerimos firmar más acuerdos, sino observar la ley.