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viernes, 20 de junio de 2008

La competencia, I

Se ha iniciado en la Universidad de Guanajuato la primera fase del proceso de renovación de las autoridades unipersonales de la institución, con la selección de los titulares de las rectorías de los cuatro campii regionales y del director del Colegio del Nivel Medio Superior, todos definidos en la nueva organización académico-administrativa. Los campii de León, Guanajuato, Irapuato-Salamanca y Celaya, cuentan cada uno con un hinterland de municipios aledaños que constituyen regiones de influencia que serán atendidas con mayor efectividad y pertinencia. En la convocatoria respectiva se explican los pasos y los tiempos que se darán para permitir a la Comisión Especial que conformó el Consejo Universitario, el analizar la documentación y los proyectos de desarrollo de cada candidato, otorgar los registros definitivos, proceder a una auscultación rápida –cinco días apenas‑ entre la comunidad que corresponda y eventualmente proponer comparecencias el 20 de agosto ante el pleno del Consejo, que procedería a definir quiénes pueden ser candidatos a ser propuestos ante la Junta Directiva , los once notables que tendrán la última palabra sobre los nominados.

Como saben muchos, me decidí a participar en este proceso de selección interna –que no elección‑ buscando la rectoría del Campus donde hoy me desempeño, el de Irapuato-Salamanca. Y lo hice porque estoy convencido de que somos muchos los profesores e investigadores de nuestra universidad que reunimos los requisitos mínimos que marca la nueva Ley Orgánica. De ninguna manera me considero especial ni mejor a mis colegas y compañeros. Somos casi 800 profesores de tiempo completo en la UG , y la mayoría de ellos tienen la antigüedad y la trayectoria destacada que demanda la normatividad. No dudo que entre ellos haya muchos con sobradas ideas y talentos que los calificarían para cumplir con una función rectoral y de conducción democrática de sus comunidades. Sin embargo todo apunta a que sólo va a solicitar su registro una docena de aspirantes para los cinco espacios en juego. Y para colmo sólo sabemos de dos colegas mujeres que participarán en la competencia. Ojalá que hoy viernes todavía alcancen a registrarse algunos otros(as) cófrades en el proceso, ya que entre más pretendientes seamos, más se amplía la gama de opciones y tanto el Consejo como la Junta tendrán, como en botica bien surtida, alternativas para una buena selección.

Participo porque me gusta contribuir activamente en los procesos internos de mi casa de trabajo. No tengo vocación de poder, creo que lo saben los que me conocen. Tampoco diré una mentira como la de afirmar que me disgusta la posibilidad de toma de decisiones sobre los asuntos que nos atañen a los académicos y a la comunidad universitaria. Yo, como otros muchos, tengo ideas para compartir y debatir sobre el futuro de la universidad pública de Guanajuato. Y si existe la posibilidad de hacerlo desde una posición desde donde se está obligado a convocar voluntades de forma democrática, pues qué mejor. Me apunto.

Somos dos los aspirantes registrados para el Campus Salamanca-Irapuato: este autor y mi querido amigo René Jaime Rivas, un destacado tecnólogo de la Facultad de Ingeniería Mecánica, Eléctrica y Electrónica, en Salamanca. En realidad ambos somos profesores de esa prestigiosa facultad, ya que yo imparto mis cursos actuales para los programas de licenciatura que esa unidad ha abierto en Yuriria, en lo que gustamos denominar como “Campus Sur”. Con René tengo una larga relación como colegas y amigos, con varias empresas institucionales comunes. Hemos charlado sobre el proceso y ambos coincidimos en que debe constituirse en ejemplo de civilidad y casta universitaria. Ambos hemos sido consejeros del Instituto Federal Electoral –y lo volveremos a ser en las elecciones del año próximo‑, y conocemos de primera mano el sabor amargo de las confrontaciones inter partidistas. Como consejero en Salamanca, a René le tocó lidiar en las elecciones pasadas con algunos avatares que llamaron la atención nacional, como el sonado caso de la casilla de Cerro Gordo. Tuvimos que mantener la cabeza fría ante las exigencias, en ocasiones absurdas, de los partidos. Creo que salimos airosos.
Aclaro sin embargo que sí se trata de una competencia franca, porque el juego es convencer a la Comisión Especial , al Consejo Universitario y –ojalá‑ a la Junta Directiva de las bondades de nuestros perfiles y proyectos, y evidentemente a ninguno nos gusta ser hecho a un lado. Estoy seguro de que René y yo sabremos dar ejemplo de cómo dialogar, e incluso debatir, con los elementos característicos de la ciencia: objetividad, respeto, actitud crítica y compromiso con la verdad. Mientras, un saludo a todos mis colegas aspirantes.

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