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viernes, 13 de febrero de 2009

La democracia del dinero

El debate entre el IFE y las televisoras se ha ampliado ahora a las radiodifusoras. Comienzan a salir en la prensa las primeras evidencias –bueno, tal vez no las primeras, pero sí las más tempranas en este proceso electoral de que la reforma de 2007 pegó realmente en el blanco anunciado: eliminar el enorme gasto que se destinaba a mera propaganda vacua en los medios electrónicos, y que en los comicios de 2006 representó el 50% del total de recursos públicos que recibieron los partidos políticos. Algo así como dos mil millones de pesos. Un dineral. Recordemos que el municipio de León, uno de los más importantes del país, ejerce un gasto total anual de tres mil millones de pesos. No era posible seguir así.
Se dice que los concesionarios perderán cantidades millonarias, al verse excluidos del reparto de dineros públicos en propaganda electoral. Y que en cambio se inundará el espectro radioeléctrico con 26 millones de spots –promocionales- que saturarán a la audiencia por su cantidad y reiteración. El público terminará aborreciendo la publicidad del IFE y los partidos, dicen. Pero estas son mentiras interesadas. La verdad es que el dolor de los dueños de los medios proviene de la imposibilidad actual de recibir esos flujos generosos de dinero de los contribuyentes –es decir de nosotros: tú y yo- a cambio de saturar el cuadrante y el dial, ellos sí, como lo vimos en las elecciones de 2006, cuando se transmitieron millones de promocionales pagados por los partidos y por particulares. Cientos de miles de esos spots todavía no sabemos quién fue quien los pagó.
Hoy la ley electoral reformada excluye a los medios electrónicos de la posibilidad de vender tiempo aire para publicidad partidaria y de candidatos. Además prohíbe que los particulares puedan emitir mensajes a favor o en contra de partidos y candidatos. Se dice que esto es un ataque contra la libertad de expresión, pero bien sabemos que tal libertad en los medios masivos es ilusoria: sólo los que tienen dinero para pagarles a esos medios tiene real acceso a exponer urbi et orbi sus opiniones. Los mortales sin centavos sólo podemos emitir opiniones cara a cara, o en medios impresos como el que está leyendo el amable lector; eso sí: sin pagar ni ser pagado, y sin restricción alguna a manifestar opiniones a favor o en contra de cualquier opción. No hay cortapisas a la libertad de expresión, sólo se tumbó una rama más del árbol del poder político que da el dinero.
Los concesionarios mienten al decir que se saturará el horario de transmisiones. La ley de Radio y Televisión ya obliga a la cesión de tiempo aire a favor del Estado a cambio de no pagar los impuestos a los que estarían obligados los usuarios de un bien público, como lo es el espectro hertziano y radioeléctrico. Es decir, que ellos pagan en especie lo que el resto de los contribuyentes pagamos en efectivo. Lo único novedoso es que ahora la propaganda electoral en radio y TV se despliega en los tiempos oficiales, que siguen siendo los mismos que en tiempos no electorales.
La estrategia que han asumido las televisoras pone en evidencia su muina y disgusto por el nuevo trato que reciben de parte del Estado. Están obligados por ley a transmitir dos o tres minutos por hora de trasmisión, en horarios con audiencia efectiva, desde las 6 de la mañana hasta las 12 de la noche. Preocupaba la distribución, el pautado de los mensajes del IFE; por ello se llegó al acuerdo de que los concesionarios distribuyesen los dos o tres minutos de manera racional a lo largo de la hora. Pero esta muestra de buena fe del IFE fue abusada, y se pautaron los mensajes en paquetes de tres, cuatro y hasta seis minutos, recetados en los periodos de más audiencia, cuando podían molestar más al público. El futbol fue un buen destinatario, así como otros programas de gran rating. Y lograron su objetivo: una encuesta de María de las Heras mostró que un 56% de los entrevistados culpó al IFE de la molesta interrupción; sólo un 23% culpó a las televisoras. Y esta semana se alcanzó un difícil acuerdo, que desde ahora apuesto que será evadido por el duopolio Salinas-Azcárraga. Para ellos la democracia sólo importa cuando garantiza dividendos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

y aún asi teidiotiza y tvapesta tienen la poca vergüenza de decir que "nada los restringe a poner los spots en el horario que ellos crean mas conveniente"