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martes, 28 de julio de 2009

Catástrofe ambiental

Catástrofe ambiental


Guanajuato es una entidad que padece un caos ecológico brutal. Desde tiempos coloniales los asentamientos humanos del Bajío y de las sierras que lo circundan han ejercido una presión sobre el entorno que lo transformó de manera radical. Si recordamos la historia, la explotación de la plata dio origen y razón al poblamiento de esta zona, rica en minerales pero pobre en otros recursos naturales, particularmente agua y bosques. La minería demandaba ambos en grandes cantidades, y contribuyó fuertemente a la degradación de corrientes de agua, como sucedió con los ríos Guanajuato y Silao, contaminados con venenos terribles como el azogue-mercurio y el arsénico. Los bosques de la sierra de Santa Rosa fueron agotados para proveer de leña y madera para las minas, que en un principio se trabajaron con métodos primitivos que requerían de grandes cantidades de leña y carbón.
La agricultura no quedó atrás en su efecto devastador, con la aplicación de sistemas agresivos como la tumba y quema, que dejaron al Bajío prácticamente sin árboles ni matorrales. La fauna nativa se extinguió o emigró, y fue sustituida por los animales de labor o de cría para alimento. Para colmo, la política también ha contribuido en este ininterrumpido quebranto ecológico. Por ejemplo la aplicación del reparto agrario en los años treinta y cuarenta del siglo pasado, desbarató el sistema hidráulico tradicional que permitía al Bajío mantener su alta productividad agrícola, y debió ser sustituido por la costosa infraestructura que se basa en grandes reservorios –presas- y canales, así como la perforación de miles de pozos, que han convertido al Bajío en una de las regiones más deficitarias del líquido vital, con campos freáticos sobreexplotados y en decadencia.
La industria, en particular la petrolera y la de procesamiento de cueros y textiles, se sumó a la contaminación de aire, agua y tierra. Nos han otorgado el campeonato nacional de polución aérea en Salamanca y de envenenamiento del agua residual en León, Irapuato y Celaya.
Por eso es tan importante que los sectores público y privado asuman una política de cuidado ambiental generalizada y transversal. No es posible continuar con nuestra rapiña, que amenaza convertir nuestra entidad en páramo inhabitable en sólo dos o tres lustros. No es broma ni exageración.
Me motiva externar estas angustias el haber observado en este medio una fotografía de la alcalde electa de Yuriria -mi ciudad natal-, la güera Ángeles López, presumiendo su tucán enjaulado como evidencia de su identificación partidaria. Me pareció muy lamentable que exista tan poca conciencia en una militante destacada de un partido que se asume ecologista.

Me puse a investigar, y resulta que el comercio de los tucanes está prohibido por la norma NOM-059-ECOL-2001, junto con la cotorra serrana, la guacamaya roja y la verde, el halcón peregrino, el loro de cabeza amarilla -que se expende sin problemas en los cruces carreteros-, y muchas otras aves tropicales, cuyos hábitats están en franca declinación. Así me pregunto: ¿qué podemos esperar de nuestros líderes?

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