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viernes, 29 de octubre de 2010

Democracia y ciudadanía

Democracia y ciudadanía

Publicado en Milenio de León.

En las democracias modernas se dice que todos los ciudadanos son objeto de derechos y obligaciones. En los países democráticamente consolidados ambos factores -derechos y obligaciones- están adecuadamente equilibrados: el ciudadano cumple con el pago puntual de sus impuestos, obedece la ley y se preocupa por mantener una convivencia lo mejor posible con sus congéneres; el Estado, por su parte, provee de servicios públicos de calidad, aplica la ley sin concesiones, asume su papel de árbitro entre los actores sociales, económicos y políticos, y se compromete con una visión de largo plazo en el desarrollo ordenado y armonioso entre sociedad y medio ambiente. La sustentabilidad pues.
En el caso de los países bisoños en los usos democráticos, como es México, ni sociedad ni gobierno encuentran con oportunidad su nuevo lugar dentro del concierto de la modernidad. El ciudadano se resiste a abandonar la comodidad del viejo clientelismo paternal, que le garantizaba, sin mucho esfuerzo, un mínimo de confort y seguridad social; sólo se le demandaba de vez en cuando evidenciar su apoyo al sistema mediante su voto predefinido o bien su presencia en movilizaciones que legitimaban decisiones cupulares (¿recuerdan el “¡Gracias Señor Presidente!”?). El gobierno de hoy, por su parte, añora las ventajas del arcaico centralismo autoritario, cuando un solo gran taumaturgo tomaba todas las decisiones trascendentales. Los políticos en México, viejos y nuevos, siguen convencidos de que el poder emana de sus personas soberanas, y no de la delegación social que se basa en el contrato constitucional. Actúan con soberbia al tomar decisiones que buscan beneficios particulares, propios o ajenos, y se irritan cuando son criticados por la opinión pública o publicada.
La transición democrática en México no podrá culminar nunca sin que se cree la auténtica clase ciudadana. Una ciudadanía informada, educada y crítica, que conoce sus derechos y sus obligaciones. Desgraciadamente, amplias capas de la población mexicana actual padece todavía la cultura política del súbdito, del cliente o incluso del delincuente potencial. Ya sea por falta de oportunidades, carencia de educación o de valores éticos, muchos mexicanos se han habituado a la pasividad cómoda, a la dependencia del gobierno o, en el peor de los casos, a la violación de la ley. Muchos creemos que esta ciudadanía despolitizada es el mejor caldo de cultivo para la ineficacia y la corrupción gubernamental. No por nada el gobierno mexicano se resiste a invertir los recursos económicos comprometidos en la ley y en tratados internacionales en la educación y todos sus niveles, así como en la ciencia, la tecnología y la cultura.
El rector de la UNAM, el doctor José Narro, es uno de los hombres más sabios del país. Él ha anotado la necesidad de que se aplique con urgencia una especie de FOBAPROA educativo, que rescate al sistema de instrucción nacional del estado de desastre en el que hoy se encuentra. Aseguró que si el país fue capaz de rescatar a sus bancos, hipotecando las finanzas públicas en un largo periodo, con más razón deberíamos ser capaces de emprender el rescate y limpieza del enorme aparato de educación pública nacional. El camino es conocido: atacar con voluntad política los vicios acumulados, e invertir con responsabilidad el mínimo de recursos que ordena la Ley Nacional de Educación: un 8% del PIB para la educación y un 1% para la ciencia y la tecnología. Eso equivaldría a duplicar o triplicar los actuales recursos dedicados a esas actividades, que deben ser consideradas como una inversión de mediano plazo. Sobre las universidades dijo que “necesitan buscar un presupuesto para que desde las instituciones se pueda hacer frente a problemas como la falta de agua, la generación de energía y la pobreza que vive el país, enfrentarlo hoy y en el largo plazo”. La ciencia y el conocimiento aplicados, la mejor herramienta contra el subdesarrollo.
La educación forma ciudadanía y consolida la democracia. Una evidencia empírica la tenemos en el municipio de Guanajuato, que goza del más alto índice educativo de la entidad. Ahí la clase media ilustrada y los jóvenes estudiantes han puesto a temblar a una autoridad municipal que se ha delatado anacrónica y rebasada por la movilización ciudadana. Los guanajuateños clasemedieros, apoyados en las nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC’s) se han evidenciado como los ciudadanos del futuro, comprometidos con los valores intangibles de una ciudad que todavía forma parte de la lista del patrimonio cultural de la humanidad. Y no se limitaron a manifestar su enojo en la virtualidad del Facebook, sino que se han lanzado a las calles a exigir el respeto al entorno natural y cultural de esta ciudad amenazada. Llaman ahora a su tercera marcha de protesta contra la intención de urbanizar las faldas de La Bufa y Los Picachos; marcha que partirá este domingo 31 a las 10:00 desde la Escuela Normal Oficial en Paseo de la Presa. ¡Allá nos vemos!


martes, 19 de octubre de 2010

Villagrán del aguaje

Villagrán del aguaje

Publicado en de Guanajuato.

Con esta nueva monografía municipal de Guanajuato, hemos acumulado 13 reseñas de estos textos que ha venido publicando la Comisión Estatal de Conmemoración del Bicentenario. De las hasta ahora comentadas, la de Villagrán, escrita por Juan Ramírez Mendoza, es la más breve: 38 páginas presentadas en un formato diferente al resto, más pequeño tal vez para justificar la edición de un folleto que difícilmente reúne características de libro.

Villagrán, que recibió su nombre al ser erigido en municipio en 1930 para honrar al insurgente Julián Villagrán, quien ni siquiera era nativo de ahí, es un municipio importante, el número 27 del estado de Guanajuato por su población de 50 mil habitantes apretados en 126 kilómetros cuadrados. Se ubica en pleno corazón del Bajío, a un costado de las carreteras más importantes del estado: la libre y la de cuota entre Salamanca y Celaya, ambas con el número 45. Como el mismo autor refiere, el índice de desarrollo humano de este municipio no es bajo, pues cuenta con los servicios urbanos necesarios, así como una agricultura pujante, industrias variadas -la Campbell’s entre ellas- e instituciones educativas relevantes. Sus artesanías reflejan el origen otomí de la comunidad, como las cestas y los petates, que enmarcan el escudo del municipio.
Por eso mismo llama la atención la parquedad de esta mini monografía, que además es pobre en su aspecto histórico. No se entiende si esto responde a que no se cuenta con información suficiente de ese tipo, o el autor fue negligente, o incluso ignorante. Si yo hubiera sido un dictaminador de la publicación, habría rechazado cualquier posibilidad de que el texto pasase a la imprenta. Es un desperdicio de dinero público.
Aunque el escudo municipal luzca la leyenda “Pueblo humilde y laborioso”, estoy convencido de que todas las divisiones políticas del estado merecen contar con trabajos bien hechos que rescaten la memoria local. Un municipio sin una historia matria sistematizada y publicada padece un enorme retraso en su desarrollo humano, en su conciencia de pertenencia y de solidaridad comunitaria.

No conozco suficientemente el municipio, al que he visitado un par de veces solamente. Pero estoy seguro de que entre sus viejos, en los archivos pequeños o grandes con que cuente, en sus maestros y en sus instituciones deben existir importantes reservorios de memoria que podrían constituir una auténtica monografía histórica. Eso lo han evidenciado otros esfuerzos monográficos reseñados antes en esta columna, como vimos en el caso de Huanímaro, una entidad mucho más marginada del desarrollo que Villagrán. Sólo se necesita un autor con ganas, imaginación y esfuerzo suficientes como para generar un documento apreciable, que dé orgullo a sus coterráneos y permita abrir brecha para arranques posteriores sobre historias particulares.
Igual que la monografía anterior, la de Villagrán apenas mereció un tiraje de 600 ejemplares. En este caso puedo entender la limitación, por el escaso valor de la monografía. Pero el hecho es que parece existir en los criterios de la Comisión del Bicentenario una diferenciación injustificable entre los municipios “importantes” y los que no lo son. En fin, sus razones habrán tenido.
Ojalá que Villagrán pueda ser historiado como se debe en el futuro. Sobre todo por parte de algún historiador con formación en ese campo académico, ya sea nativo o no de ese municipio. Valdría la pena que el gobierno local invirtiese un poco en apoyos para una labor de este tipo.

viernes, 15 de octubre de 2010

Operativo FIC en pro de la Bufa

Operativo FIC en pro de la Bufa

Publicado en Milenio de León.

Dio inicio este miércoles la 38 edición del Festival Internacional Cervantino en la ciudad de Guanajuato. Inició con gran dignidad mediante una vivaz presentación en la Alhóndiga, con grupos de música y baile popular de Chile, Argentina y Colombia, los países invitados de honor. Hacía algunos años que no acudía yo a una inauguración, pues suelo evadir las multitudes, pero en esta ocasión me motivó el deseo de participar en una más de las movilizaciones que han organizado los grupos sociales que se oponen al proyecto absurdo de urbanizar las lomas y cañadas vecinas de las montañas emblemáticas de La Bufa y Los Picachos.
Nos hemos organizado en docenas de brigadas que se ocupan de difundir información sobre los enormes riesgos que conlleva la especulación de particulares sobre las limitadas áreas de preservación ecológica con que cuenta el municipio capital del estado. Más de una treintena de miembros de “Guanajuato somos todos”, “Rescatemos los Picachos”, “Los Perafanes” y ciudadanos independientes nos dimos cita en la explanada antes de comenzar la representación, armados con armas terribles y poderosas: enormes globos que lanzamos sobre la eufórica multitud, que jugó feliz con esas esferas de hule blanco hasta que finalmente se reventaron, lanzando al aire centenares de papeletas invitando a votar por el NO en el plebiscito del 5 de diciembre. No al cambio de uso de suelo en Granja La Bufa.

Luego procedimos a la segunda fase de nuestro artero ataque contra la arbitrariedad de la autoridad municipal, aliada del constructor interesado en perpetrar el asalto contra La Bufa. Recorrimos las tribunas repletas de gente, provistos con una gran manta que mostraba una fotografía del enorme letrero, a la manera del de Hollywood, que el artista Ivan Puig montó en 2008 en el área a afectarse: la palabra “Patrimonio” sobre un fondo natural adornado por La Bufa. Provocamos alaridos de apoyo, aplausos y muchas, muchas felicitaciones que nos expresaron ciudadanos locales y foráneos. Muchos turistas nos preguntaban, con gran interés sobre nuestra lucha. Todos tenían ejemplos de agresiones similares en sus lugares de origen. Compartimos indignación y promesas de solidaridad mutua.

Pasamos a la tercera fase. Nos enfundamos en tremebundas camisetas negras, cada una de ellas desplegando una de las letras de la siguiente frase, que sintetiza nuestra lucha: “Salvemos La Bufa”. La desplegamos frente al auditorio y comenzamos a corear consignas, que inmediatamente fueron retomadas por la multitud: “La Bufa no se vende”, “Ni casas ni hoteles, en las faldas de La Bufa”, “Queremos la Bufa, así como está”, “Diciembre cinco, vota no", y otras que surgieron de la inspiración de los compañeros. Detrás de cada consigna se desataban los aplausos de un público que se mostró muy receptivo, interesado y solidario. Miles de ojos y oídos locales y fuereños se enfocaron sobre nosotros, y pudimos lanzar un mensaje contundente: no aceptamos la depredación abusiva del medio ambiente natural de nuestras montañas, sólo para conchabar negocios privados de orígenes oscuros, que abusaron del acceso a información privilegiada. Viejo cuento mexicano éste, que se repite en muchas ciudades del país, víctimas de la especulación urbana y la connivencia del poder. León, por ejemplo, tiene mucho que decir sobre esto.
Vean la evidencia del apoyo que recibimos de los tres mil asistentes a la inauguración del XXXVIII FIC: ¡Queremos la Bufa así como está!"

Al dar inicio la gala, cumplimos con la promesa que les hicimos a los espectadores y a la propia policía estatal: nos sentamos, nos callamos y nos unimos al goce general. Nunca quisimos alterar el orden -bueno, sólo un poquito- ni boicotear el desarrollo del evento artístico. Hicimos uso de nuestro derecho a expresar nuestra opinión y comunicarnos con nuestros conciudadanos, siempre de forma respetuosa y alegre. Así deben ser las manifestaciones públicas de protesta, y creo que nuestros grupos han dado ejemplo de civilidad, sin ceder un ápice en nuestras exigencias. Lo cortés no quita lo valiente.
Ojalá esta actitud de respeto se reprodujera en la autoridad y en el particular interesado. Ya comenzaron una campaña de “información” parcial y chanchullera dirigida hacia los sectores más vulnerables de la población del municipio, a quienes quieren convencer con el único y débil argumento de la creación de empleos. Paralelamente están desplegando una campaña sucia que nos descalifica e insulta. En un par de días han aparecido en barrios y colonias populares cientos de papeletas signadas por un fantasmal grupo “Colonias unidas”, donde se nos acusa de mentirosos, “ricos” y opuestos a la inversión y al “desarrollo social”. Incluso se ataca a mi persona con una rotunda mentira: que yo afirmé que el proyecto sólo generaría “empleos para chachas”. Lo que yo afirmé en una entrevista fue que los empleos que se podrían generar serían sobre todo en el sector informal y en los servicios municipales. Las trabajadoras domésticas forman parte, desgraciadamente, del primero.

Ya comenzaron, por ambas partes, los actos dirigidos a convencer a nuestros vecinos sobre el sentido de su voto. Nosotros lo hacemos como simples ciudadanos, con nuestros recursos particulares. Los partidarios del sí cuentan con el apoyo soterrado de un ayuntamiento que vendió su alma al diablo, y con el de un adinerado constructor, que busca hacer el negocio de su vida cuando comercialice el metro cuadrado a mil o dos mil pesos luego de haber pagado por la misma superficie un peso con 30 centavos. Las ventajas del cobro de facturas políticas, y tal vez económicas.


martes, 12 de octubre de 2010

Huanímaro de San Juan Bautista

Huanímaro de San Juan Bautista

Publicado en de Guanajuato.

La monografía del pequeño municipio sureño de Huanímaro fue escrita por el cronista oficial de esa jurisdicción de tan sólo 131 kilómetros cuadrados y 18 mil 500 habitantes. José Eduardo Guerrero Cervantes es su nombre, y con toda honestidad inicia su libro de 82 páginas con la advertencia de que existe muy poca documentación histórica sobre esta municipalidad, por lo que debió hacer uso sobre todo de la tradición oral. La monografía forma parte de la colección que está publicando la Comisión Estatal para la Conmemoración del Bicentenario.
Los 46 municipios del estado de Guanajuato muestran un amplio abanico en cuanto a sus condiciones de desarrollo, población y generación de oportunidades locales. Huanímaro forma parte del numeroso grupo de alcaldías que no tienen una situación que garantice el arraigo de sus pobladores al terruño. Año con año, docenas de huanimarenses abandonan su tierra natal para buscar el sustento de sus familias en los Estados Unidos; muchos de ellos no regresan nunca, y pierden vínculo con su terruño.
La monografía refleja los problemas que padeció el autor para reunir información de carácter histórico. Los datos de la contemporaneidad abarcan la mayoría del texto, y las referencias a los tiempos pasados son sobre todo indirectas, es decir referidas en primera instancia a otros municipios, como León, Celaya, Pénjamo, Abasolo o Valle de Santiago, que al propio Huanímaro. La localidad ha sido subsidiaria de otros centros regionales, como León o Pénjamo.
Hay mucho mérito en el cronista, que revisó los archivos históricos de León, Guanajuato capital, Morelia, ciudad de México (Archivo General de la Nación) y otros. Y confiesa: “Encontrar datos históricos de Huanímaro no ha sido fácil, pues anteriormente no se hicieron estudios e investigaciones serias que nos lleven a conocer en forma seria la raíz de nuestro origen como pueblo.” Eso es lo que lo hace más meritorio: el haber contribuido con el texto pionero de la historia matria de Huanímaro.
Aunque los archivos y la literatura no aportaron mucho, la tradición oral palió la escasez; gracias a las entrevistas y el trabajo de campo que realizó el autor nos permite conocer las tradiciones locales, el patrimonio arquitectónico -particularmente religioso- y artístico del terruño, poniendo en evidencia que todos los municipios de Guanajuato, incluidos los más rezagados en términos económicos, pueden lucir con orgullo sus riquezas culturales y naturales.
Huanímaro es primordialmente rural. Más de tres cuartas partes de sus habitantes viven en localidades de menos de 2 mil 500 habitantes. La cabecera tiene poco más de 4 mil. Su vecindad con Michoacán, del que sólo lo separa el río Lerma, le proporciona un aire michoacano que se refleja hasta en el acento lingüístico de sus habitantes. Es un municipio pequeño, pero eso no explica por qué la Comisión del Bicentenario le recortó el tiraje a esta monografía en particular. Las demás reportan en su colofón tirajes de mil ejemplares -que de por sí son pocos- y la que reseñamos aquí menciona 600. ¿Por qué la discriminación?

viernes, 8 de octubre de 2010

En la Bufa: ¡No pasarán!

En la Bufa: ¡No pasarán!

Publicado en Milenio de León.

El asunto del plebiscito en Guanajuato capital va cada vez peor. Las posiciones encontradas se han radicalizado, y nadie quiere ceder. Contra lo que dicta la Ley de Participación Ciudadana del Estado, el temperamental secretario del ayuntamiento Gabino Carbajo anunció el inicio de una campaña abierta del ayuntamiento en favor del Sí al cambio de uso de suelo en Granja La Bufa, hoy zona de preservación ecológica de gran significado cultural y natural para una ciudad Patrimonio de la Humanidad. Argumenta el locuaz abogado que el municipio es “parte interesada” y que eso le da derecho a hacer proselitismo. Con esto se desenmascara la administración, y se confiesa parte interesada y oficiosa en favor de los intereses de negocios de un particular. Un constructor que compró indebidamente esos terrenos aprovechando su acceso a información privilegiada. Viejo cuento en este país.
El primer informe de gobierno de Nicéforo Guerrero fue lamentable: dibujó un municipio donde no pasa nada malo, puro bueno, gracias a él y a su “nueva cultura de gobierno”. Pero resulta que esta “nueva cultura” no es más que la reproducción de los viejos usos de un priísmo prehistórico que muchos creímos desterrado del Bajío. Por eso protestamos en las afueras del recinto.
La alianza electoral del año pasado entre el PRI y el PRD despertó muchas esperanzas entre los guanajuateños, que estábamos hartos del desorden y ñoñez de la primera administración panista en el terruño. Ambos partidos de la coalición tenían experiencia de gobierno, y se aglutinaron detrás de un nombre mítico, que evocaba honestidad y sabiduría política, como la que habían demostrado los Guerrero, padre, tío y abuelo. No importaba su evidente falta de arraigo, como en 1994 demostró Pepe Trueba, del PRD, lo que le costó a Nicéforo la pérdida de su diputación federal.
En Guanajuato capital pesan mucho los apellidos, la estirpe. Podemos afirmar que casi son títulos nobiliarios. Por eso ganó Villagómez en dos ocasiones, por eso lo logró Romero Hicks, por eso Chowell creyó escriturado el triunfo en su favor. Las grandes familias son dueñas de los partidos políticos, y se imponen a los mismos, como en buen pueblo chico.

El pleito actual es bronca entre esas familias, y las fronteras partidistas o ideológicas se han borrado de plano. Así vemos cómo se desató la riña entre panistas de fuste: Valadez, Morán y Licea contra los Smith, Delgado, Lugo y Barrera. Hasta el exgobernador panista Romero Hicks ya se desmarcó del asunto. Y los priístas no cantan mal las rancheras: el alcalde Guerrero y su secretario Carbajo son criticados en voz baja en todos los encuentros tricolores que se dan en el municipio. Y a veces lo hacen en voz alta: ahí está el reciente agarrón del edil con el senador Francisco Arroyo, el priísta guanajuatense mejor posicionado políticamente en estos momentos. Ya desplegó banderas en contra de la urbanización de las faldas de La Bufa. El desaire de varios priístas al informe puso en evidencia que reniegan de la necedad de los ediles de su partido.
El PRD es el más perdido de todos. Sus representantes han hecho gala de inconsistencia. Saben que el barco puede hundirse con todo y su partido, y no atinan a hacer control de daños. Dudan, debaten, pero no dan color; ni siquiera amarillo. Un día Scheffler nos garantizó que su fracción se deslindaría del asunto, y pocos días después aprobó los recursos para el oneroso plebiscito. Reyes Millán contradice a su presidente Belmonte, y como leal funcionario municipal mete al surco a los descarriados. Varios de ellos han hecho un modus vivendi de pertenecer a la nómina comunal.
Malas noticias para los guanajuateños. Hemos confirmado que la obcecación autoritaria será el signo de esta administración, que apenas ha recorrido un tercio de su camino. Tenemos frente a nosotros dos años largos, durante los que todavía pueden revirar el resultado del plebiscito, que nunca podrá ser vinculante. Si hoy van contra la Bufa, mañana voltearán hacia otros elementos del patrimonio natural y cultural, siempre en aras del “desarrollo” y el “empleo”. Como los tepoztecos en 1995, como los atenquenses en 2004, como los propios guanajuateños en 1992 -con Urbanismo Social, que derrotó el movimiento “Guanajuato siempre capital”- y FIPRODIMA en el 2000, hoy seguimos convencidos de que el progreso no debe darse a costa de lo que sea. Hay que planear con base en el conocimiento de los expertos hacia dónde queremos que camine esta ciudad, dónde generar las oportunidades de empleo, dónde las áreas habitacionales y comerciales, sin que se ponga en riesgo la supervivencia del casco histórico y su magnífico marco natural. Como dijo la ovacionada China Mendoza en su presentación del libro sobre el histórico Mercado Hidalgo: ¿Pues quién se han creído? Y yo agrego la promesa de La Pasionaria en el Madrid republicano: ¡No pasarán!
Búho atropellado en la carretera del nuevo acceso "Diego Rivera". ¡E insisten en que sólo son cerros pelones!



viernes, 1 de octubre de 2010

Cien años

Cien años

Publicado en Milenio de León, y en Gurú Político.

El miércoles pasado lo pasé en la Ciudad Universitaria en el DF. Por pura casualidad me tocó el 100 aniversario de la UNAM y la fiesta que se armó tanto en el centro de la ciudad como en CU. Acompañaba yo a un tío abuelo mío, el doctor Barbarín Arreguín Lozano, profesor emérito de esa universidad. Yo había acudido en visita familiar a su casa y ese día mi tío me llevó a dar un recorrido por el Instituto de Química, donde laboran casi 70 científicos de diferentes especialidades químicas, acompañados de 25 técnicos académicos, un buen número de apoyos administrativos y gran cantidad de estudiantes de posgrado, nacionales y extranjeros. Ahí trabaja el 20% del total de miembros del Sistema Nacional de Investigadores que se dedican a la química.

La UNAM es sin duda uno de los mayores valores civilizatorios que hemos sabido construir en este país. Es un ejemplo de institución noble que ha soportado todo tipo de agresiones externas e internas, y sin embargo se mantiene erguida defendiendo la ciencia, el arte y las humanidades. Tiene una comunidad vibrante que se nutre constantemente de la juventud que ingresa año con año, llena de esperanzas, a sus aulas atestadas. Miles de chicos buscan labrarse un futuro mediante el desarrollo de habilidades cognitivas, físicas y actitudinales que les permitan no sólo ser competentes, sino también convertirse en ciudadanos conscientes y participativos. Miles de egresados de la UNAM son, desde hace muchas décadas, parte de la élite científica, técnica, política, empresarial y artística del país.

Mi tío abuelo Barbarín Arreguín Lozano es un ejemplo de lo que ha significado la UNAM para cientos de miles de mexicanos en estos cien años. Él es nieto del boticario, también de nombre Barbarín, que fundó y mantuvo la farmacia Arreguín en la ciudad de Guanajuato desde 1864. Se ubicaba en la calle de Belém, y floreció hasta que la inundación de 1905 arrasó con esa cuadra y obligó al abuelo y al padre de mi tío, los tres llamados Barbarín, a mudar la farmacia al jardín central de Silao, donde se mantuvo hasta los años noventa.
Mi tío abuelo nació en 1917 en Silao. Y aunque compartió su nombre con su padre y abuelo, no quiso compartir su destino como boticario. Buscó algo más. Deseaba ser químico, y para ello debió estudiar su preparatoria y su licenciatura en la ciudad de México en los difíciles años treinta. Con muy poco apoyo económico logró terminar su carrera en la joven Universidad Nacional, cuyas escuelas todavía se encontraban desperdigadas por el centro de la ciudad. Pero no se conformó con la carrera, pues la UNAM le había abierto el apetito científico, y en 1943 logró ser apoyado por el presidente Ávila Camacho con una beca para estudiar el doctorado en el prestigioso Caltech (California Institute of Technology) en Pasadena. Se dedicó a estudiar las propiedades de la planta mexicana del guayule como productora de hule natural, tan necesario y escaso en tiempos de guerra.

En 1946 culminó su doctorado y regresó a México. Pero no pudo encontrar un empleo. Entonces nadie quería emplear a un científico especialista en metabolismo vegetal. Tuvo que regresar a California a trabajar sobre nuevos proyectos de investigación por otros cuatro años. Regresó al país en 1950 ya casado y con su primer hija, y pudo trabajar en la fábrica de papel de Atenquique, Jalisco, por un par de años. De ahí emigró a la ciudad de México para trabajar en los laboratorios Syntec.
El Instituto de Química de la UNAM fue abierto en 1941, pero la fundación de la Ciudad Universitaria en 1954 le dio un enorme impulso a la institución. Se comenzó a contratar a personal de investigación de tiempo completo, y fue así que mi tío Barbarín se integró a la máxima casa de estudios. Estrenó un laboratorio en el piso 12 de la torre de ciencias. Los laboratorios Syntec contrataron al instituto para desarrollar la investigación sobre esteroides que mi tío había tenido a cargo cuando laboró para esa corporación.
El doctor en bioquímica Barbarín Arreguín Lozano ha cosechado desde entonces una importante serie de logros científicos y profesionales. Fundó la Sociedad Mexicana de Bioquímica en 1957, junto con Jesús Kumate, Guillermo Soberón y otros. Fue designado hace algunos años profesor emérito de la UNAM. Con él compartí el pastel y el brindis con que se festejaron los primeros 100 años de una de las instituciones más nobles del país. Me enorgullece su amistad, pues es un hombre joven e inquieto que habita dentro de un bien cuidado cuerpo de 93. Estoy seguro de que festejaremos sus propios cien.
Fundadores de la Sociedad Mexicana de Bioquímica. Primera Fila: Mario García Hernández, Guillermo Massieu Helguera, Guillermo Soberón Acevedo, Guillermo Carvajal Sandoval, Edmundo Calva Cuadrilla, Barbarín Arreguín Lozano y Joaquín Cravioto Muñoz. Segunda Fila: Jesús Guzmán García, Carlos del Rio Estrada, Raúl Ondarza Vidaurreta, José Laguna García, Sivestre Frenk Freund, Efraín Pardo Codina y Jesús Kumate Rodríguez.