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viernes, 18 de febrero de 2011

Radio Universidad de Guanajuato, 2

Radio Universidad de Guanajuato, 2

Publicado en Milenio de León.

A 50 años del inicio de las trasmisiones de la radio universitaria de Guanajuato, que se cumplen el día 21 próximo, su aniversario debe ser motivo para los balances y la discusión sobre el proyecto de comunicación universitaria. Hay mucho qué celebrar, pero también mucho qué evaluar y discernir, con un sano interés de mejorar los impactos sociales y universitarios de un medio tan poderoso.

Aunque RadioUG inició en 1951 con una sola frecuencia de amplitud modulada, y 500 escasos watts de potencia, el 10 de septiembre de 1999 recibió las tres frecuencias en FM que desde abril de 1983 aprovechaba la radio del Gobierno del Estado, “La Voz de Guanajuato”. La iniciativa partió del gobernador interino Ramón Martín Huerta, y originalmente incluía todo el sistema de Radio Televisión de Guanajuato (RTG), incluso lo que hoy es TV4. El Rector entrante, el licenciado Cuauhtémoc Ojeda, rechazaría la televisora por los costos que implicaría su sustento.
Ayudó mucho el cambio de las instalaciones de la radio desde la incómoda accesoria a espaldas del Teatro Principal -un desván deprimente- hacia la soleada y aireada azotea de la Casa de Moneda-Palacio Federal. Se dignificaron los espacios y se le dotó de equipo y mobiliario decente. Una veintena de personas pudo trabajar así con mayor dignidad.

RadioUG dio el brinco en su cobertura limitada a la ciudad de Guanajuato, a la posibilidad de cubrir adicionalmente León y San Miguel Allende. Tuvo problemas iniciales por la precariedad y anacronismo de los equipos de trasmisión heredados del gobierno, pero con el tiempo se pudo consolidar una infraestructura técnica básica que le ha permitido convertirse en la radiodifusora de mayor cobertura estatal. Tiene ya capacidad para trasmitir en formato digital, sólo en espera de la disposición oficial en esta materia.
Hoy día el problema mayor que enfrenta la radio universitaria no es el de carácter técnico, sino el de la naturaleza misma de su función social e institucional. RadioUG cayó durante sus cuatro primeras décadas en un modelo culterano y hermético que se fue haciendo cada vez más anacrónico. La programación se basaba mucho en la trasmisión de materiales de las embajadas, que en ocasiones llegaba tardíamente, o no tenía mayor interés para una audiencia ultramontana. Pero la dependencia de estos materiales, por la precariedad presupuestal de la radio, llegó al extremo de que incluso las cintas eran borradas para reaprovecharlas. A mí me ocurrió que me borraron una entrevista que le hice en 1988 al maestro Alfredo Pérez Bolde, la última que se le hizo en vida: nunca se trasmitió, pero sí reciclaron la cinta.

La producción propia en esos años era escasa y precaria, con más imaginación que medios técnicos. En tiempos de Enrique Ayala como director y Juan Carlos Romero como rector abrimos un espacio de opinión y crítica, que denominamos “Malestar silenciado”, en el que participamos varios profesores de las áreas de ciencias sociales y humanidades. Fue una rara oportunidad de ejercitar la libre expresión desde la radio universitaria. El espacio sobrevivió un tiempo, hasta decayó el ánimo en el grupo y nos cerraron el programa.
Eso me movió a escribir un texto crítico cuando se cumplieron los 40 años de la radio; lo intitulé “¿Qué celebramos?” Circuló en la comunidad universitaria, y no gustó nada a los responsables de la emisora. El rector Ojeda, con gran colmillo, me dio una cachetada con guante blanco al nombrarme miembro del consejo técnico de la radio. Desgraciadamente no cambiaron mucho las cosas por la inercia acumulada.
RadioUG comenzó a evolucionar para bien cuando se nombró como director al comunicador Ricardo García, seleccionado a partir de un concurso de oposición. Fueron varias las innovaciones que introdujo, incluyendo un necesarísimo noticiero propio, que no sobrevivió una semana al inveterado miedo institucional a ejercer la libertad de expresión. Se bajó mucho el peso de las barras de música clásica, y se amplió la variedad melodiosa hacia la música popular y de otras latitudes del mundo.
Siguió la gestión de la actual directora, la también comunicadora Laura Lozano, exdirectora de “La Voz de Guanajuato” y del Forum Cultural Guanajuato. Ella ha profundizado los cambios y ha mejorado la capacidad técnica de la radio. La programación ha ganado en frescura, aunque desde mi punto de vista aún hay resabios de los viejos usos, y principalmente que no se ha discutido a fondo la función social de esta herramienta, que por ser pública se debe a la comunidad. Pero esto lo abordaré en la tercera y última colaboración sobre este tema.


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