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martes, 10 de mayo de 2011

Día de la madre

Día de la madre

Publicado en de Guanajuato.

A lo largo del año existen pocos días tan importantes para el mexicano común que el que se dedica a honrar a “las madrecitas”. Nuestra cultura latina nos hace otorgarle una importancia desmedida a nuestra progenitora, muy por encima de la que puede aspirar el padre. Octavio Paz habló de la personalidad escindida del mexicano, que por una parte venera a la madre, pero por la otra la desprecia, al considerar que fue violada por un padre abusivo, al que se odia pero se admira. Dijo en su “Laberinto de la soledad” que: “Como casi todos los pueblos, los mexicanos consideran a la mujer como un instrumento, ya de los deseos del hombre, ya de los fines que le asignan la ley, la sociedad o la moral. (…) En un mundo hecho a la imagen de los hombres, la mujer es sólo un reflejo de la voluntad y querer masculinos. Pasiva, se convierte en diosa, amada, ser que encarna los elementos estables y antiguos del universo: la tierra, madre y virgen; activa, es siempre función, medio, canal.” Nuestro amor a la madre es, entonces, culposo. Queremos superar nuestro complejo de culpa machista, un machismo que nos inyectó precisamente ella, nuestra madre.

Y en lo más profundo del complejo, Paz detecta nuestra vergüenza de origen: saberse que somos “hijos de la chingada”, hijos de la mujer violada, la profanada, la vulnerada. Dice el poeta: “¿Quién es la Chingada? Ante todo, es la Madre. No una Madre de carne y hueso, sino una figura mítica. La Chingada es una de las representaciones mexicanas de la Maternidad, como la Llorona o la ‘sufrida madre mexicana’ que festejamos el diez de mayo. La Chingada es la madre que ha sufrido, metafórica o realmente, la acción corrosiva e infamante implícita en el verbo que le da nombre. (…) La Chingada es la Madre abierta, violada o burlada por la fuerza. El ‘hijo de la Chingada’ es el engendro de la violación, del rapto o de la burla. Si se compara esta expresión con la española, ‘hijo de puta’, se advierte inmediatamente la diferencia. Para el español la deshonra consiste en ser hijo de una mujer que voluntariamente se entrega, una prostituta; para el mexicano, en ser fruto de una violación.”

Por otra parte, el machismo está profundamente arraigado en la festividad del 10 de mayo. A las “cabecitas blancas” se les obsequia la plancha nueva, la vajilla, la lavadora o algún otro enser doméstico. Se les honra con el regalo de sus propias cadenas, con los mismos instrumentos de su dominación. La madre como Reina en un mundo privado y oculto, el mundo de la familia, que no acepta la posibilidad de la emancipación de su miembro más importante. No es raro que las madrecitas trabajen más… en el día de las madres.
Un día fomentado por el comercialismo más ramplón, por los mercaderes de los sentimientos, que logran agotar sus existencias de línea blanca, de loza y de aspiradoras. Millones de hijos e hijas que vacían florerías y almacenes, buscando el obsequio que no podrá aliviar su complejo de culpa. Al final del día, sólo quedarán los trastos sucios que deberá lavar la progenitora…

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