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viernes, 10 de diciembre de 2004

Tres pistas

Cargada de sucesos políticos, la semana que termina. El caso Ixtayopan sigue poniendo en evidencia las incapacidades en cascada que impiden al Estado mexicano no solamente garantizar la seguridad de los ciudadanos, sino incluso la de sus elementos policíacos. La violenta remoción del titular de seguridad pública del DF, Marcelo Ebrard, me resulta incomprensible ante la evidente corresponsabilidad en la que incurrieron los más altos mandos de la seguridad pública federal. A ambos se les debió aplicar las mismas medidas administrativas, pero permitiéndoles siquiera el derecho a audiencia. El presidente Fox fue fulminante, pero no se mostró equilibrado en este caso. Por su parte, el jefe de gobierno recibe un nuevo agujero en la barcaza de su precandidatura negada, y de nuevo se sube al ring de los complots en su contra. Nadie hace política; todos se embarran mutuamente y al ciudadano común sólo le resta resignarse a contemplar atónito el circo de tres pistas –presupuesto, linchamientos, precandidaturas— con que nos entretienen nuestros políticos, tan aficionados a la farándula.
Sobre la primera pista, la del presupuesto federal, nos brinca la sorpresa de que Pemex decide unilateralmente hacer nuevos descuentos de venta de garaje al crudo mexicano, para hacerlo bajar artificialmente por debajo de la línea que estableció la Cámara de Diputados para hacer sus balances. No hay que ser demasiado malicioso para sospechar un movimiento interesado por parte de la paraestatal y del propio gobierno federal para poner en evidencia a los diputados como irresponsables e ignorantes. Lo grave de este asunto es que se está malbaratando la riqueza nacional con tal de cumplir un objetivo político. Hoy día el crudo mexicano es uno de los más baratos del mundo, y el 90% se va a fortalecer la economía norteamericana y sus reservas estratégicas, que le permiten a los Estados Unidos incidir en los precios y perjudicar a economías petrolizadas como la nuestra. En este ámbito, México sigue siendo el esquirol perfecto que se adelanta con sus descuentos navideños para “amarrar mercados” y escupir al cielo. Y luego vemos al director general de Pemex quejándose amargamente de la quiebra técnica en la que ya merito entrará la paraestatal. Así no se puede, en serio.
La segunda pista de la semana nos muestra que el México bárbaro está más que vigente; los intentos de linchamiento no paran en nuestros pueblos y barrios, ya sea en contra de presuntos delincuentes o de policías (40 al año, Correo dixit). La ausencia de ley y de instrumentos para aplicarla fomenta las venganzas, la justicia por propia mano y la impunidad. Para nuestra desgracia, este es un problema estructural, que no será resuelto mediante la represión ciega que está aplicando la PGR, que está haciendo pagar a justos junto a pecadores. La ley no se aplica violándola. Los cateos y las detenciones arbitrarias están nuevamente exhibiendo nuestro barbarismo. No salimos de una cuando caemos en otra. (Por cierto, cuando el presidente Fox dio a conocer el despido de Ebrard y el del comisionado de la PFP, ¿por qué al primero le dio trato de “señor licenciado” y luego al segundo ni siquiera le respetó el grado de almirante?)
Mientras tanto Creel, López Obrador, Madrazo y el resto de la chiquillada de precandidatos se surten descontones mutuos y no pierden oportunidad de atraer las candilejas. Faltan 17 meses para las elecciones federales y la ola de adelantados es imparable: Medina, Calderón, Romero Hicks, Ramírez y Ramírez, Alemán, Montiel, Jackson, Cárdenas… bueno, ¡ya hasta Labastida!
Y para enredar aún más la madeja política de la semana, el lunes se descubrió el cuerpo sin vida de Enrique, el hermano menor del expresidente Salinas. Nuevas nubes negras sobre las testas desnudas de los hermanos incómodos. Para pronto el presidente Fox declara que no hay móvil político detrás, y con ello evidencia tener más información que los agentes del ministerio público que apenas han comenzado a investigar el caso. ¿Por qué descartar a priori una hipótesis que pudiera tener algún sustento? Y es que nadie quiere recordar el 94 y su cohorte de violencia y asesinatos políticos, que finalmente condujeron a la inestabilidad y la crisis del 95. El que con atole se quema, hasta al jocoque le sopla.

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