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viernes, 11 de septiembre de 2009

El parto de los montes

El parto de los montes


Publicado en de León.

Hace una semana el “informe” presidencial despertó múltiples expectativas y comentarios. El tono empleado por el presidente Calderón pareció anunciar un violento golpe de timón que buscaría rescatar lo que queda de su sexenio para afianzar -o apenas definir- el aporte de su gestión al futuro del país. La aparente preocupación no era para menos: aunque el actual presidente se esforzó durante el arranque de su gobierno por diferenciarse de su antecesor en cuanto a capacidad de decisión y sentido de responsabilidad histórica, el tiempo corrió e hizo lo suyo. Hemos llegado a la mitad del periodo sin cosechar aún un mínimo beneficio de las batallas calderonistas. No se ha derrotado al crimen organizado, a pesar de haber lanzado al ejército en su combate; ni tampoco se han generado los empleos y las oportunidades de desarrollo que se prometieron. La administración no ha logrado definir cuál será el aporte que la distinguirá de sus antecesores, y la ubicará en los libros de historia. Seguimos en el nivel de la buena voluntad, pero todavía no llegamos al terreno de los logros. Para colmo, la crisis “importada” -desde que tengo memoria todas las crisis de nuestro país son endosadas al exterior- ha complicado de manera impresionante el escenario y estrechado los márgenes de acción del gobierno federal.
En fin, que ha pasado una semana luego de los grandilocuentes anuncios de Palacio Nacional y apenas el miércoles se dieron a conocer los primeros hechos concretos: el despido de tres secretarios de estado -uno de ellos renunciante desde hacía meses-, y las iniciativas dentro del plan de ingreso-gasto para el año próximo. En teoría estas medidas ayudarán a sacar al sector público del profundo hoyo en el que se encuentra sumergido desde que los “veneros del petróleo” nos los escrituró el diablo. Tres décadas de bonanza petrolera nos heredaron un gobierno obeso, holgazán, comodino e ineficaz para garantizar el estado de derecho y el desarrollo sustentable.
La desaparición de las secretarías de estado sólo es una medida simbólica. Escuché a Mario di Constanzo afirmar que esto representa un ahorro de alrededor del 6% del gasto federal, pero sin considerar las liquidaciones que por ley deberán emitirse a favor de trabajadores y funcionarios despedidos. Opino yo que se ahorraría mucho más si se aplicara un programa serio de racionalización y moralización del gasto en la SEP y en PEMEX.
Varios organismos del sector público están en quiebra técnica y por lo mismo demandan subsidios enormes. Es el caso del IMSS, el ISSSTE, Luz y Fuerza del Centro, el propio PEMEX, y otros más. Por ejemplo, la SEP es un barril sin fondo donde los recursos se pierden en la enormidad de la estructura, la corrupción sindical, en el salario de casi dos millones de plazas que no siempre se abocan a la enseñanza, y en proyectos faraónicos como el de Enciclomedia. Casi todas las secretarías y organismos descentralizados o autónomos tienen 32 ó más delegaciones estatales. Cientos de miles de burócratas dependen del gasto federal. México tiene un Estado caro y desproporcionado en razón de las capacidades, aunque no en cuanto a las necesidades, que no son adecuadamente atendidas por el enorme aparato gubernamental. Por ejemplo, un cuarto de millón de policías municipales, estatales y federales no sirven de nada para garantizar la seguridad pública. Hubo que involucrar a los 150 mil soldados del ejército y la armada para medio cubrir esa necesidad. Y ni así.
Las medidas tomadas por el presidente Calderón dan la impresión de ser un parto de los montes: espectaculares y vacuas. Sustituyó a funcionarios por su aparente incapacidad y metió a otros que anuncian ser peores. Se confirma que el equipo presidencial ha sido seleccionado en función a la amistad y no a la capacidad. En cuanto a la materia fiscal y económica a la administración sólo se le ocurrió incrementar los impuestos sobre la misma base tributaria. Los que siempre hemos pagado impuestos pagaremos aún más. Los que no pagan seguirán disfrutando de la informalidad de nuestra economía.
Así no saldremos nunca de la crisis por nuestros medios. Parece ser que el equipo económico presidencial sólo espera que la locomotora norteamericana se recupere y que nos jale fuera del hoyo, pues los problemas estructurales de nuestro país parecen ser irresolubles. Al menos para ellos.

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