Etiquetas

martes, 8 de diciembre de 2009

Llegan los años diez

Llegan los años diez


Publicado en el de Guanajuato, y en 15Diario de Monterrey.

Es increíble, pero ya pasaron diez años de cuando el mundo entero esperaba ansioso el arribo del tercer milenio de la era cristiana. Las personas siempre vemos con supersticiosa angustia las cifras redondas, o bien las que contienen cierta uniformidad o analogía, como sucede con el anuncio del inminente fin del mundo “según la mitología maya” el 21 de diciembre de 2012: números análogos, pero del calendario gregoriano, no del maya. En fin, que como un suspiro pasó esta primera década del siglo XXI, y hoy se halla uno diez años más viejo, con varios familiares y amigos queridos ausentes para siempre, y con las imborrables huellas del tiempo en el rostro, pelo y estómago. Pero tal vez también hayamos encontrado nuevas formas de ver pasar esta vida.
Dentro de unos días entraremos a la segunda década de este siglo, que poco a poco está dejando de ser nuevo. Comenzaremos a vivir en los años “diez”, que hace cien años acarrearon pena, guerras y desgracias al mundo y a nuestro país: una revolución sangrienta que segó la vida a un millón de mexicanos; una guerra mundial que despidió del mundo a 25 millones más; una epidemia de influenza que mató a todavía más gente, pues calculan que produjo una mortalidad de alrededor de 50 millones a nivel global. Década oscura aquélla, que ojalá no se repita. Pero mucho se habla de situaciones paralelas entre ese entonces y hoy día. 46 millones de pobres en México, depauperados por una crisis que nadie puede controlar, y bajo la amenaza de nuevas pandemias universales, aderezado todo con un clima de violencia social desatado por la infausta guerra contra el narcotráfico. Todo ello nos lleva a temer que los fatídicos dieces en la historia de México –si consideramos también la década equivalente del siglo XIX y la guerra insurgente- pueden volverse a presentar en la nueva centuria.
Nos preparamos para el festejo navideño y el fin de otro año más. Y lo hacemos en medio de la incertidumbre social y económica. Nadie tiene seguro el empleo –a menos de pertenecer a un sindicato charro-, y todos nos preguntamos cuándo saldremos de la interminable crisis. Cuándo terminará la inseguridad y la masacre cotidiana de centenares de mexicanos a manos de polis o de malandrines –aunque a veces son lo mismo-. Ya ni en los tranquilos pueblos del Bajío se vive tranquilo, pues no falta el matarife que extermine a familias completas.
Tiempos muy inquietos y alarmantes son estos. Nada anuncia mejora inmediata, pues nuestro país ha venido desperdiciando la mejor oportunidad de su historia para salir de la pobreza, en buena medida debido a nuestra incapacidad de escucharnos los unos con los otros. Nuestra inauguración en la democracia no facilitó la construcción de un proyecto compartido de Nación, pues todos se creen poseedores de la única verdad. No supimos convertir a la política en herramienta para el progreso económico y social. Y eso nos condena a la desventura en los malhadados años diez.

No hay comentarios.: