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martes, 14 de septiembre de 2010

La pequeña Roma del Bajío

La pequeña Roma del Bajío



Publicado en de Guanajuato.

Dentro de la colección de monografías históricas municipales de Guanajuato que está lanzando a la luz la Comisión Estatal del Bicentenario, destaca por su buena factura y su facilidad de lectura, a pesar de su abundancia de datos, la que el maestro Josué Bedia Estrada ha elaborado sobre la pequeña Roma del Bajío.
El extenso y muy documentado libro lleva por título “Romita, historia y destino”. Lo novedoso de esta monografía es que el autor emplea varios recursos didácticos que le dan al texto un ritmo que impide el aburrimiento, incluso cuando debe exponer los datos áridos de la geografía, la orografía, servicios y demás información puntual sobre el joven municipio.

Don Josué desde el principio advierte que no es historiador; pero quizás eso mismo le da al libro su frescura y agilidad. El autor reconoce con gran honestidad que él ha recolectado visiones del pasado romitense que no están avaladas por las fuentes documentales y formales de la historiografía académica. La escasez de esas mismas fuentes formales podría condenar al historiador a declarar a Romita como un municipio “sin historia”. Nada más falso, y don Josué lo demuestra con creces apoyándose en la memoria colectiva de un conjunto de “viejitos” locales –me choca el eufemismo “adultos mayores”- y en libros o documentos que hacen referencia indirecta a Romita. Gracias a esas fuentes alternas nos presenta un texto amplio, muy bien sustentado e innovador en su forma de presentar la información.
El autor echa mano de estrategias muy originales, como insertar dichos populares que ha recolectado entre los mayores de su pueblo. También pasa de contrabando historias y leyendas que salpican aquí y allá la relación más formal de los datos capitulares. En otras monografías he criticado la inserción de los aburridos e intrascendentes datos y tablas estadísticas, que sólo distraen y alejan a la monografía de su objetivo histórico principal. En este caso debo retirar mi crítica, pues el autor adorna los datos estadísticos con simpáticas alusiones al anecdotario histórico. Por ejemplo, en el capítulo sobre servicios públicos expone la situación actual del sistema de agua potable y alcantarillado del municipio; pero de inmediato nos comparte la memoria colectiva y nos regala la imagen vívida de los sufrimientos que padecieron los romitenses de principios del siglo XX con la disposición de sus inevitables heces fecales: “algunas casas tenían sus excusados de madera: al levantar ésta porque ya te andaba (hacer del cuerpo), salía un olor que te perforaba la nariz, te noqueaba y te dejaba estampado en la pared. Y cuando estaban repletos, como barquillos, sacaban el aromático contenido en barriles, los trepaban en carros de mulas y los iban a vaciar, esparciendo su bouquet por las calles, a los tajos de las orillas.” El lenguaje coloquial es fresco. Y muchos comentarios humorísticos, irónicos y medio filosóficos acompañan el desfile de la información dura y pura. Su estilo me recordó el del pueblerino Margarito Ledesma, quien no podía abordar un tema serio sin acompañarlo de sus comentarios y reflexiones que desternillan a uno de risa.
Romita, la casa de José María Liceaga, ese joven héroe de la independencia que participó en casi todas sus gestas desde 1810 hasta 1818, tiene ya una muy buena monografía qué presumir. Don Josué y sus “viejitos” romitenses –dicho con todo cariño-, nos comparten con alegría sus recuerdos.
Junta de Zitácuaro. Declaración de Independencia.

Esta monografía pronto estará consultable en este nexo.


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