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viernes, 25 de febrero de 2011

Radio Universidad, 3

Radio Universidad, 3

Publicado en Milenio de León.

os aniversarios, como el actual cincuentenario de Radio Universidad de Guanajuato, deben ser motivo no sólo de festejos y congratulaciones, sino también de evaluaciones, reflexión conjunta y propósitos para el mejoramiento futuro. Con ese espíritu constructivo ofrezco estas líneas.

En nuestro país los medios de comunicación electrónica son materia regulada por la Ley Federal de Radio y Televisión. Vale la pena recordar su artículo 5º: “La radio y la televisión, tienen la función social de contribuir al fortalecimiento de la integración nacional y el mejoramiento de las formas de convivencia humana. Al efecto, a través de sus transmisiones, procurarán: I.- Afirmar el respeto a los principios de la moral social, la dignidad humana y los vínculos familiares; II.- Evitar influencias nocivas o perturbadoras al desarrollo armónico de la niñez y la juventud; III.- Contribuir a elevar el nivel cultural del pueblo y a conservar las características nacionales, las costumbres del país y sus tradiciones, la propiedad del idioma y a exaltar los valores de la nacionalidad mexicana.” Y el artículo 6º amplía esa función social a: “Fortalecer las convicciones democráticas, la unidad nacional y la amistad y cooperación internacionales.” Estos artículos no han sido cambiados desde la emisión de la ley en 1960.
Ventana auditiva,de Hugo Almanza
La radio y la telecomunicación tienen una función social y solidaria. Eso se ha olvidado en la práctica, cuando vemos que las grandes televisoras y los enormes conglomerados radiales del país, mantienen una situación de cuasi monopolio en este ámbito, que les ha permitido convertir el recurso en un mecanismo gigantesco para la deseducación, la desinformación, el entretenimiento vacuo, y la difusión de antivalores como la violencia como entretenimiento, el sexo como mercancía, los ataques a la lengua española, el egoísmo como sistema de vida, en fin, innumerables contenidos que violan flagrantemente la venerable y utópica ley.

Los sistemas de radio y televisión públicos y culturales tienen la desproporcionada función de solventar los estropicios que provocan los emporios de la estupidez comunicativa. Lo hacen sin mucho apoyo ni entusiasmo de parte de los gobiernos o las universidades que los sustentan. Las radio comunitarias en el país sobreviven precariamente en un océano de ondas hertzianas que niegan la identidad y la cultura nativas. TV once, la televisora pública más importante del país, debió pagar caro el apoyo brindado por el gobierno federal para lograr la cobertura nacional, y ha empobrecido sus antes ricos contenidos y cada vez asume más el lenguaje alienante de la tele comercial. Las radio universitarias, con excepciones como Radio UNAM y Radio-UIA, se han enclaustrado en un culteranismo hermético, ajeno a sus realidades sociales. En buena medida esto es lo que le ha ocurrido a RadioUG, que se ha resistido sistemáticamente a una apertura hacia las sociedades hacia las que se debe, tanto la comunitaria como la universitaria.

A pesar de su alcance casi estatal, las cuatro frecuencias de RadioUG trasmiten lo mismo, sin contenidos producidos desde las regiones. La UG cuenta con presencia en diez municipios, y hay cuatro campus regionales. ¿Por qué no existen islas de producción en cada uno de ellos? La tecnología para la edición es cada vez más barata, y la radio es el medio más maleable y versátil, con el que nuestros estudiantes harían maravillas. Y luego, ¿por qué no abrirles espacios a otras universidades?

Aquí hay que tocar otro tema de urgente atención: la necesidad de academizar RadioUG. Es decir, vincularla a un programa académico, como podría ser una licenciatura en producción y locución radiofónica. Cabría recordar el ejemplo del antiguo centro de idiomas de la institución, que cuando se decidió a academizarse incrementó grandemente sus estándares, y hoy es un orgulloso Departamento de Lenguas donde labora una plantilla profesoral altamente calificada, con programas de licenciatura y posgrado.

Otro tema: el exceso de barras y contenidos dedicados a la música denominada clásica o culta. Hace décadas esto era comprensible, ante la dificultad de acceso a este tipo de oferta en nuestro país. Pero hoy, con los enormes recursos que tienen a su alcance los melómanos, es un error dedicar largas emisiones de conciertos mal registrados, que además tienen problemas técnicos para su adecuada emisión. Y mejor no hablemos de los narradores.

RadioUG debería trabajar más en producciones propias con contenidos informativos que sirvan a las sociedades regionales y a la comunidad universitaria. Hay que abandonar los temores evidentes a la emisión libre de las ideas, y propiciar el debate franco de las mismas. RadioUG tiene retos enormes para el futuro inmediato, pero tiene los recursos para enfrentarlos: tiene la gente de talento, tiene la imaginación de su lado, y cuenta con el apoyo de una comunidad de 38 mil universitarios.


1 comentario:

Enrique Schz Gtz dijo...

Totalmente de acuerdo con su serie de articulos sobre Radio UGTO. Muy bien por mencionar el caso de IberoRadio. un saludo profesor.